El día 27 de noviembre, se celebra el Día Mundial de la Dermatitis Atópica. Se trata de una enfermedad cutánea caracterizada por la inflamación crónica de la piel que afecta tanto a niños como adultos, si bien aparece en los primeros años de vida y tiene una evolución variable. Hoy, es una enfermedad que padecen muchas personas en el mundo.
La atopia es una condición hereditaria que predispone a padecer una serie de enfermedades, en su mayoría relacionadas con alteraciones de la inmunidad celular y de la reactividad vascular. En concreto, la dermatitis atópica es un conjunto de anomalías y lesiones cutáneas que aparecen en los individuos atópicos.
Como señala la Asociación Española de Pediatría, la prevalencia de la dermatitis atópica varía de unas zonas geográficas a otras y en general es mayor cuanto más al norte se sitúa el área estudiada y cuanto más alto es su nivel de desarrollo industrial. Así, en la población infantil española, la dermatitis atópica afecta a entre un 5 y un 10% de la población.
Las manifestaciones clínicas típicas de la dermatitis atópica se dividen en tres etapas, que suelen denominarse del lactante, infantil y del adulto. Junto a ellas se encuentran otras, con frecuencia llamadas atípicas, a pesar de que muchas, como la xerosis, son muy constantes.
Las lesiones de la fase del lactante son las más frecuentes. Suele empezar hacia los cinco meses de vida. Su localización más habitual es en la cara, respetando las zonas alrededor de los ojos, la nariz y la boca, si bien son también frecuentes en el cuero cabelludo, las orejas, el dorso de las manos o las zonas de extensión de las extremidades.
Los síntomas de la dermatitis atópica son parches o manchas de color rojizo, piel seca o agrietada y eccemas, que aparecen con brotes. A ello se une una de las principales molestias: el picor intenso, frecuentemente de noche.
Aunque tiene un componente genético, hay determinadas cuestiones que parecen favorecer la enfermedad, como el frío, el uso de determinados tejidos, la sobreexposición al agua o determinados detergentes.
De este modo, podemos contribuir a reducir su proliferación tomando algunas medidas:
-Evitar los baños prolongados.
-Usar jabón especial para pieles atópicas.
-Ducharse con agua templada
-No frotar la piel en el secado.
-Mantener la piel hidratada en los periodos en que está sana.
-Utilizar cremas de tratamiento durante los brotes.
Está demostrado que un buen tratamiento puede controlar la enfermedad, garantizando la calidad de vida del paciente.
Lo más recomendable es acudir al médico, quien diagnosticará la enfermedad y prescribirá el tratamiento más adecuado a cada caso. Sanafarmacia
Por lo que respecta a mantener la piel hidratada, cuidada y protegida, encontamos con profesionales especializados en dermatología que estarán encantados de atenderte.